Serán bacanes y bacanas quienes actúen con prudencia y templanza, es decir, quienes hayan adquirido el conocimiento de lo elegible y lo evitable. La comunidad es la que hace el reconocimiento público del valor de cada uno con relación a la bacanería, como modo auténtico, amable, optimista, justo y simpático de vivir.
Lo contrario a la bacanería son las conductas chabacanas, las que llevan implícitas una injusticia y que son desagradables. El chabacán es un ser sin aptitudes para la sociabilidad. Su arma: el saboteo a las ideas que delatan su indecencia por medio de burlas, como una forma de violencia simbólica que anuncia la violencia física (en la Caribanía se conoce popularmente como “el perrateo”), que busca generar vergüenza en la víctima, por el miedo a la mala reputación.
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