Por Haroldo Martínez
Sólo nos hizo falta una banana para celebrar de la manera más simiesca posible el gozo biológico que representó el encuentro de primates que tuvimos en el Planetario de Barranquilla el 24 de noviembre con motivo del lanzamiento por primera vez en la historia y a nivel internacional, del Día del Orgullo Primate. Para nosotros representó el lanzamiento del Homo Sapiens Sapiens Bacanisimus. ¡Estamos en la historia de la evolución!
Sólo nos hizo falta una banana para celebrar de la manera más simiesca posible el gozo biológico que representó el encuentro de primates que tuvimos en el Planetario de Barranquilla el 24 de noviembre con motivo del lanzamiento por primera vez en la historia y a nivel internacional, del Día del Orgullo Primate. Para nosotros representó el lanzamiento del Homo Sapiens Sapiens Bacanisimus. ¡Estamos en la historia de la evolución!
Debo admitir que fui el primer sorprendido al arribar al escenario. Llegar tarde tiene sus paradojas. El Planetario estaba lleno, había gente de pie, muchos se devolvieron. Debo admitir que nunca pensé que hubiera tanto primate en Barranquilla. Vale decir, “homos” y “homas” de diferentes actividades, profesiones, ocupaciones, que comparten la emoción de preguntarse quiénes son, de dónde vienen y para dónde van dentro del macroproceso evolutivo.
Aquello fue el propio vacile firme. Nos bañamos en ríos de filosofía, historia, informática, biología, genética, psicología, psiquiatría, artes, neurociencias, memes. El paisaje eran diapositivas del cerebro, de los mecanismos de comunicación, astronautas flotando en el espacio, las galaxias al alcance de la mano. El fantasma de Charles Darwin nos acompañó durante toda la ceremonia. Y, por encima de todo, esa emoción de compartir la familiaridad de la especie creando entre todos la atmósfera que merecíamos para semejante ocasión.
Lo que se lenguajeó nos abrió más la mente. Explicaciones sobre cómo nació la vida a partir de lo inorgánico; la autopoiesis como mecanismo intrínseco de creación de vida; la evolución desde la perspectiva del cerebro triúnico (protoreptiliano, protomamífero, protohomínido) con las emociones como mecanismo básico de conservación de la especie; el desarrollo del cerebro en todo el proceso evolutivo para hacer de nosotros lo que somos en este momento, homo sapiens sapiens con un cerebro moderno.
Se hicieron preguntas de un cuestionamiento profundo de la biología y las ciencias. Participó un elevado número de asistentes cuestionando o aportando, en medio de una alegría, de una intimidad de parientes cercanos. El propio bembeteo que enriquece la conversación, que promueve el chiste inteligente, que permite que se anime el espíritu más tímido y participe en el festival de la palabra que lleva al gozo intelectual al recibir el conocimiento de lo nuevo que fortalece y da esperanzas de salvación a la especie.
Por eso lanzamos al “homo sapiens sapiens bacanisimus” mediante un manifiesto que fue firmado por los asistentes como constancia histórica del hecho. Los invitamos al blog “Bacanería Planetaria” para que lean el texto completo. Las fotos quedaron de pinga.
Para mí como psiquiatra fue una experiencia especial comprobar que el conocimiento de las neurociencias es algo que debe pertenecer a la comunidad en general. La forma en que todos asimilaron y desarrollaron conceptos de altísimo nivel sobre el cerebro y las ciencias demuestra que sí es posible educar al común de las gentes con el conocimiento de lo que sucede en sus vidas y sus cerebros. Transmitir ese conocer me devolvió una gran emoción como profesional. Bacaneo ergo sum.
-----------------Publicado como columna de opinión en el diario EL HERALDO de Barranquilla, Colombia.
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